martes, mayo 03, 2011

no sé

se me acaba de ocurrir una idea genial, esta vez. No sé por qué extrapolé los celos al asunto de la libertad personal. Voy a describir el proceso que seguí para que sea enteramente pedagógico y para autocomplacerme (era que no, al menos soy sincero en reconocerlo). Lo que pasa es que estaba siguiendo los pasos de una desgraciada que no se interesa en hacerme caso alguno, y vi que había fotos de un evento al cual ella asistió y que yo no tuve idea de su realización (la magia de facebook). Al mismo tiempo estaba leyendo el túnel, de Sábato, el escritor que murió hace muy poco. Me di cuenta de lo obvio, casi es una tortura repetirlo y explicarlo; pero aquí va: el afán de posesión, los celos, consisten en querer adquirir control total sobre una persona. El pintor Juan Pablo Castel perseguía esto con Maria Iribarne en el túnel, yo persigo esto con mi desdichada. Hasta aquí todo muy sencillo y no hay nada de genial en la argumentación.
Pero entonces a lo que voy. Adquirir control sobre una persona es imposible y, más aún, contrario a cualquier ética que pretenda elevar al ser humano; sin embargo hay una persona sobre la cual tenemos control absoluto: nosotros mismos. Ese es el error. Aquí reside la genialidad de mi argumento. Si queremos dejar de lado los celos, tenemos que dejar de celarnos a nosotros mismos, y a partir de ahí comenzará todo de cero y la libertad verdadera. Es muy sencillo: basta con aceptar que hay aspectos de nuestra propia persona que nos son ajenos, actos que ni siquiera uno mismo se cree capaz de realizar, una faz oscura que se oculta al más intrusivo análisis. Habiéndonos dejado libres a nosotros mismos, qué fácil resultará (yo creo) dejar libres a los demás. Qué gran idea se me ha ocurrido.
Se parece a las enseñanzas de don Juan, el tonal que es guardián y celador de un secreto muy profundo, y que se pasa de la raya al intentar controlar al nagual, lo inasible (es así o muy similar).
O el diálogo entre el emperador de la China y Bodidharma: -quién eres tú para venir a desafiar al imperio! -no sé.